viernes, 31 de agosto de 2012
16. LA IGUANA RENÉ
Las luces se apagaron y para mi sorpresa, el volumen de la música incrementó aún más. Otra luz se encendió y unas cortinas polvosas se abrieron para revelar la otra mitad del escenario, el cual no era más grande que mi cocina y sobre el que Estiv Ramírez, posaba cruzado de brazos. Vestía un traje barato y unos lentes en los que se reflejaba la multitud poniéndose de pie y aplaudiendo. Estiv liberó una pequeña sonrisa y todos parecieron derretirse ante su encanto. Yo no entendía por qué todos reaccionaban de esa manera, pues para mí, Estiv lucía como uno de esas personas que de primera impresión se ven medio hueyes, pero ya que los conoces te das cuenta de que son unos verdaderos pendejos.
Voltee a ver al Gran Pepe y tanto él como Yayito aplaudían con fervor. Del otro lado, el huey de los trabalenguas estaba escribiendo algo sobre un cuadernito que tenía sobre su regazo. Intenté ver qué era lo que escribía, pero al notar mi mirada, lo tapó como niño envidioso que no deja copiar a sus compañeros. Todos veían a Estiv como el líder que habían esperado toda su vida. El Mesías que los guiaría por el sendero del éxito financiero para alcanzar la plenitud que sólo gente con apellidos como Slim, Gates o Trump alcanzan. Pero en realidad lo que yo quería era alcanzar el nivel creativo de gente con apellidos como Lennon, Warhol o la del Barrio. Luego de unos segundos más de aplausos, Estiv levantó la mano para calmar los ánimos y poco a poco, el silencio invadió el cuarto hasta que lo único que se escuchaba era un ventilador viejo y oxidado que sólo servía como placebo para hacernos sentir que la habitación no era tan asfixiante.
Estiv tomó un sorbo de lo que parecía ser jugo de manzana, pero bien podría haber sido whiskey y dijo “Hermanos, bienvenidos a Pé y Erre”. Volví a ver el folleto y lo abrí para descubrir una serie de productos que parecían normales. Estiv nos dijo que quería compartir con nosotros la maravillosa noticia de que el mercado se había expandido a otros dos países y Pé y Erre era ahora una empresa transnacional, exportando a Guatemala y Belice. Luego le hizo una seña al huey que estaba en una consola y las luces bajaron de intensidad, mientras una pantalla bajaba desde el techo. Entonces la recepcionista y otro huey trajeron una mesita con un proyector de diapositivas y lo colocaron sobre el escenario. Yo no había visto uno de esos desde la última vez que fui al museo de la fotografía. Estiv se sentó en la orilla del escenario y tomó el control para mostrar la primera diapositiva, que era el logo de la compañía. De pronto sentí que esto era 1987 y yo estaba en el salón de la Maestra Rosita, quien era famosa por dos cosas, tener las clases más aburridas y usar los escotes tan amplios como para generar escándalos en grupos conservadores. Estiv nos dijo que antes de continuar con el magno evento, quería presentarnos los nuevos productos. Apretó el botón y la nueva imagen revelaba una serie de cajas de cereal que parecían familiares, pero algo estaba mal. Otro botón y la imagen de una caja con un León rojo de caricatura. Estiv presentó este producto como “Sus Caritas” y dijo que las hojuelas de maíz tenían forma de pequeños rostros, de ahí su nombre, pero era claro que el cereal era una copia barata de las Zucaritas. Así continuó, presentando los Chirrios, los Hot Cakes de la Tía Yadira y la Catsup del Cerro. Luego de una breve sesión de aplausos, dijo que estaba muy orgulloso de informarnos que Pé y Erre finalmente estaba incursionando en la industria del refresco, presentando Roca Cola, Stripe y Vanta, como las nuevas bebidas gasiosadas, así dijo “gasiosadas”. Finalmente, cerró con el Chocolate Tatarabuelita, el cual me pareció más que fantástico y estuve tentado en pedirle que me vendiera uno para ponerlo en mi cocina como decoración.
Entonces caí en cuenta que la compañía era como una especie de farmacia similar, pero de todo producto en el mercado. Estiv le hizo una seña al hombre en la consola y las luces regresaron a toda su capacidad. Nos dijo que a continuación, venía la etapa introductoria, en la que tendríamos 30 minutos para conocer a nuestros futuros compañeros de trabajo. Organizaron que cada grupo pusiera las sillas formando un círculo y luego Estiv simplemente dijo, “Adelante”. Todos nos miramos unos a otros con sonrisas estúpidas e incómodas y finalmente una mujer que calculé, estaba en sus tempranos 40s, se ofreció para empezar, presentándose como Antonia Villalpando, el cual me pareció un gran nombre, mismo que arruinó al pedirnos que la llamáramos Toñita. Cinco minutos más tarde, ya sabíamos que Toñita era Sagitario, tenía 6 dientes falsos, que reciclaba su ropa interior para ahorrar agua, roncaba cuando bebía y además era alcohólica. También nos dijo que era divorciada. Dos veces. Y eso sonaba más lógico que escuchar que era Sagitario, a pesar de haber nacido en 12 de diciembre, lo cual me pareció un insulto hacia la Virgen de Guadalupe. Toñita era tan desagradable, que hacía parecer a Yayito como Brad Pitt a pesar de que era un muñeco con demasiado rubor en las mejillas y un brazo humano insertado en el trasero.
Cuando Toñita finalmente se calló, el tipo que estaba diciendo los trabalenguas se presentó como Leo y nos dijo que era un honor estar cerca de trabajar para una Compañía traslanciolán que extorpaba a Guatelama y Becile. Entonces supe que era disléxico y me sentí mal por un momento, luego ya no. Compartió con nosotros que había trabajado como hombre araña en fiestas infantiles, Santo Clós en Plaza Aragón y como botarga de Cinta Adhesiva Pegol, “Diurexote” como él lo llamaba, de una marca tan buena, que había durado al menos 1.3 años en el mercado.
El tercero en presentarse nos explicó que había trabajado en una tienda de trajes por 20 años y un día al llegar, descubrió el local vacío. Nos dejó claro que tan estúpido era, al narrarnos como continuó yendo los siguientes 15 días, con la esperanza de que hubieran reabierto la tienda. Luego comenzó a explicar por qué sus trajes eran los mejores. Su historia era más aburrida que un reloj descompuesto y en cuanto el tipo empezó a hablar de mancuernillas, mi cerebro empezó a calcular cuántos chícharos cabrían en un vocho.
Así continuaron una mujer que nos dijo que había trabajado como agente secreta, maestra en una escuela diurna, en una fábrica de patines y que además era mentirosa compulsiva. Ella me cayó bien. Siguieron un ex-vendedor de enciclopedias, una ex-vendedora de Jafra y el Gran Pepe, quien me parecía tan fantástico, que estaba decidido a pedirle su teléfono para invitarlo a mi próxima fiesta de cumpleaños. Finalmente, los gemelos se presentaron como Rony y Dony y también dejaron claro su elevado coeficiente intelectual, al compartir con nosotros que eran gemelos y que tenían el mismo cumpleaños. Cuando vino mi turno, simplemente dije “soy Cris y es un placer conocerlos a todos”. Todos sonrieron con mi gesto de falsa alegría y Estiv regresó al escenario para interrumpir mi presentación. Por primera vez, Estiv me cayó bien, sentimiento que duraría exactamente 1 minuto, antes de que preguntara quiénes estaban ahí para marketing directo y sólo Leo, un huey que estaba sentado en el grupo aledaño y yo, levantáramos la mano para ser invitados a pasar al frente. Yo odiaba muchas cosas en la vida y pasar al frente de un grupo mayor a 10 personas estaba casi hasta arriba de la lista. Me puse de pie con mi cara de huelepedos y caminé hacia el escenario entre aplausos y sonrisas de mis pinches colegas.
Lo que vino a continuación, me costó al menos 2 terceras partes de mis neuronas útiles en asimilarlo. Estiv nos presentó como los posibles futuros estandartes de la marca. Quienes acercaríamos la identidad de la compañía a los consumidores, y luego dijo “¡dos de ellos le darán vida a…” y luego de un redoble de tambor dijo “la Iguana René!” y algo verde salió de detrás de las cortinas bailando con la música inclemente que el huey de audio había hecho sonar. Yo había escuchado a Estiv decir la iguana René, pero lo que teníamos frente a nosotros parecía más bien una flema de tela. Quien fuera que les hubiera dicho que ser una botarga es trabajar en marketing directo tenía menos cerebro que Yayito. Ahora entendía la pregunta sobre si sufría de claustrofobia. En cuestión de segundos, mi sueño laboral se había convertido en pesadilla.
Luego de los aplausos, Estiv dijo que la Iguana René daría una demostración de lo que tendríamos que hacer y la flema esa ejecutó una rutina de baile al ritmo de techno y todos en el lugar enloquecieron como si acabaran de ver a Jesús caminando sobre agua. La peor parte vino cuando Estiv dijo que ahora nuestro turno hacerlo, pues serían nuestros colegas quienes decidirían quienes tenían en puesto a través del profesional método conocido como el aplausómetro. Primero lo hizo Leo y para mi sorpresa, no estuvo tan mal. Estiv ordenó que encendieran el medidor de decibeles y le pidió a la gente que emitieran sus aplausos, los cuales se sintieron tímidos, hasta que Estiv dijo, “una vez más, les pido sus aplausos para mi sobrino Leo” siendo la palabra sobrino, la que hiciera que todos aplaudieran hasta tener las manos a punto de sangrar, mostrando sus verdaderos colores de mediocres besa traseros.
Yo no quería hacerlo, pero en cuanto alguien me decía que si yo creía no poder hacerlo estaba bien, reaccionaba como McFly cuando lo llamaban gallina. Además necesitaba el dinero, pues la renta se acercaba y necesitaba un trabajo, aunque fuera como iguana gigante. Así que ejecuté la rutina de modo casi perfecto, según Estiv, y la gente se puso de pie para celebrar mi desempeño. Me subió un poco el ánimo el reconocimiento que había ganado haciendo algo tan estúpido, actuando los aplausos como una especie de Prozac humano. A pesar de mi esfuerzo, el aplausómetro había marcado un par de decibeles menos que los logrados por Leo. Mi única esperanza era que el otro huey tuviera la gracia de una pala mecánica y que el medidor de decibeles sólo registrara el sonido de un grillo en la esquina y el ventilador en el techo.
Al iniciar la música, el hombre ese no sólo realizó la rutina incluso mejor que la original, sin que el tipo hizo piruetas y mortales, splits y contorsionismo. En cuanto cortaron la música, el pinche Estiv se veía muy emocionado y dijo “pues creo que ya tenemos al ganador, pero para hacerlo un proceso justo, vamos a seguir con los aplausos!” la gente se puso de pie y empezó a aplaudir de forma apabullante. El aplausómetro registró el máximo nivel y Estivo le preguntó su nombre para presentar a Chuy, como el ganador. El tipo se emocionó mucho y empezó a hacer piruetas de un lado a otro y luego de un mortal invertido plus en reversa o como fuera que se llamara, levantó los brazos para celebrar su triunfo y un ruido, seguido de un hilo rojo y el grito más horrible que había escuchado, interrumpieron la fiesta. Todos en silencio, miraban a Chuy revolcándose en el suelo y al mirar hacia arriba, el terror invadió el cuarto al ver que el ventilador tenía sangre. Estiv pidió que llamaran al Dr. Chinchilla y al llegar un huey que vestía un bata sucia, Chuy levantó la vista y le gritó “ayúdeme”. El Dr. volteó a ver a Estiv y retrocedió, revelando que sus credenciales de doctor no eran mejores que las de una botarga del Doctor Simi. La recepcionista le dijo a Estiv que si quería podía ir por el Merciolate. Estiv declinó su oferta y pidió que lo llevaran a un hospital. El flórmanasher se acercó a Chuy y al notar que el ventilador le había cercenado parte de los dedos meñique y anular de la mano izquierda, gritó que le ayudaran a encontrar los pedazos de dedo. Toñita, en un perfecto despliegue de su nivel de ineptitud le preguntó “¿cómo son?”
Cuando finalmente encontraron los pedazos de dedo, se llevaron a Chuy y Estiv se puso a hablar con un hombre que vestía un traje que parecía ser muy caro, quien supuse sería el dueño del circo. La recepcionista calmó a la multitud repartiendo bolsas de Pandotas y chocolates 4 Mosqueteros. Estiv nos dijo que seguramente Chuy tendría un generoso tiempo de incapacidad, por lo que no podría trabajar y luego de preguntarme mi nombre dijo “’señoras y señores, les presento a nuestros dos héroes, quienes le darán vida a nuestra maravillosa, Iguana René!”
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